La víctima de una cirugía mal hecha: «Me cuelgan cuando doy mi nombre para pedir cita»
"Tengo las muelas muy mal, porque con la ansiedad me las rompo"
"No puedo ni ir al baño: orinar me cuesta, a lo mejor, una hora"
"Echo de menos mi vida. Yo era muy feliz y andaba mucho y también hacía mucho deporte"
La madre de la víctima de una cirugía mal hecha: "Mi hija ha intentado suicidarse hasta cinco veces"
Mari Carmen Rodríguez Ortiz sueña, en las pocas horas en que duerme de manera plácida, con que está trabajando. Su día a día es un «infierno», como ella lo define. Hasta ir al baño se convierte para ella en un calvario que dura más de una hora. La enorme ansiedad que padece le ha originado que se rompan las muelas, pero no puede ir al dentista porque carece de dinero. Se queja de que en el hospital de Requena no la atienden ya: «Me cierran las puertas del hospital, cuando llamo para pedir cita y doy mi nombre a veces me cuelgan», confiesa con tristeza.
PREGUNTA.- ¿A qué dedica su tiempo?
RESPUESTA.- Una persona que no tiene dinero, ¿a qué se dedica? A ver la tele y la cama. Yo tengo amigos que están en sillas (de ruedas), que tienen dinero y se han podido pagar fisios, sus cosas, sus sillas que usan de motor…
P.- ¿La Seguridad Social no le da nada?
R.- Tengo las muelas mal, porque con la ansiedad me las rompo. Me tengo que arreglar la boca y ya veremos… No puedo comprarme nada.
P.- ¿La Sanidad valenciana no le facilita un fisioterapeuta?
R.- Me cerraron las puertas en el hospital. Ni me veían, ni me ven. Ahora, me han mandado al neurólogo, pero creo que está en Valencia, cómo voy todos los años. Ni me ve el neurólogo, ni ginecólogos, ni digestivo.
P.- ¿Por qué?
R.- Porque me han cerrado las puertas. El digestivo, delante de una amiga que me llevó, dijo que no podía hacer nada por mí.
P.- ¿El médico digestivo del hospital de Requena?
R.- De Requena. Y los ginecólogos me dieron el alta, cuando me han llevado años, yo tengo ovarios.
P.- Y toda esta situación, ¿se ha producido con anterioridad o con posterioridad a que interpusiera la denuncia?
R.- Después de la denuncia.
P.- ¿Y cree que está relacionado?
R.- Sí. Este hospital tiene muchas denuncias.
P.- ¿Y cree que eso es lo que les ha llevado a cerrarle las puertas?
R.- Sí, porque a veces llamas por teléfono para coger cita y, nada más decir mi nombre, me cuelgan. Directamente.
P.- ¿Cómo se le manifiesta la ansiedad?
R.- Me ahogo. Me entran náuseas. Mucho mareo. No puedo comer bien. No puedo ni ir al baño. Orinar me cuesta, a lo mejor una hora. Y eso, cuando puedo. A veces me tengo que acostar sin poder orinar.
P.- ¿Qué es lo que más echa de menos de antes de la cirugía?
R.- Mi vida. ¡Yo trabajaba!, ¡era muy feliz con mi vida! Andaba mucho. Hacía mucho deporte. Ya había empezado a ganar más dinero. Iba mucho con mi prima a Valencia. Yo no era gastadora, pero siempre nos íbamos a Valencia los sábados por la tarde. Lo pasábamos bien. Nos reíamos mucho.
P.- ¿Conducía?, ¿tenía coche?
R.- Sí. Pero lo vendí antes de la operación pensando en comprarme uno, porque ya cobraba más. Pero ya no me dio tiempo.
P.- Si pudiera retomar tu vida, ¿qué sería lo primero que haría?
R.- Yo lo que quiero es andar y que se me vaya esta depresión y esta ansiedad. Puede que hasta a lo mejor me vaya de Requena. Aquí, de momento, no puedo estar.
P.- ¿Cree que se ha producido una negligencia médica en su caso?
R.- Una injusticia muy grande. Yo vivo en un infierno. Me he quedado absolutamente sin nada. Y mi madre tiene una ansiedad que me la voy a cargar también.
P.- A mí, me han dicho que tienes dos ilusiones entre tanta pena: tener un bichón maltés y otra, una silla para salir con él a pasear.
R.- Me haría más ilusión salir de Requena a otro sitio, donde no me conozca nadie y fuera tranquila. Pero bueno, si tengo una perra tendré que sacarla a pasear. Yo necesito una silla de motor, porque mi madre no puede con la silla y todo con los bordillos.
P.- ¿Guarda rencor por lo que te ha sucedido?
R.- No. Mi madre, a veces, dice «Hijo de… No sé qué, no sé cuantos…», y yo le digo: mamá, yo no deseo nada malo a nadie. Que nadie pase, ni siquiera ellos, nadie quiero que pase. A nadie se lo deseo. A nadie. Quiero que se haga justicia. Y que no me den cuatro duros, que yo no tengo cómo ganarme la vida. Yo tenía proyectos. Tenía que arreglar mi casa, porque tengo muchas cosas mal. Y decía, pues ya puedo con lo que gano, poquito a poco, ir haciendo cosas. Dejar mi casa mejor, y todo. Yo, con mi perra, muy feliz. Mi hijo, con mi hijo, que no lo puedo ayudar. Y hay veces que me llama: «Mamá, no tengo para comer». Y le digo, no te puedo enviar nada, hijo.
P.- ¿Cuánto cobras al mes?
R.- Gano 1.200 euros al mes, pero yo tenía mis préstamos. Una hipoteca, otro préstamo que tengo. Y los gastos: la comida y todo. Si comemos nada. Y, claro, es que todo es muy caro. Este invierno lo hemos pasado sin poner la calefacción. Y el anterior, también. Todos. Esa placa (señala una pequeña) me la dejó un chico. Y una, pequeñita, que tenía para ducharme. Con eso he pasado el invierno. Y este piso es muy frío. Y, aún así, he estado pagando ciento y pico euros sólo para ducharnos y para fregar.
P.- ¿Qué sueña por las noches?, ¿Cuál es su sueño?
R.- Casi siempre, que estoy trabajando.
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